domingo, 29 de noviembre de 2009
Un viejo perdido
Desde el diagnóstico del médico, Markus entró imperceptiblemente en una nueva era, una era de misterios, de signos anunciadores, de encuentros inexplicables que empezaron a multiplicarse en su camino, sin que hiciera nada para provocarlos. Como la aparición de aquel joven, en la esquina de Diputación con Calabria, que se le acercó para pedirle que le acompañara hasta casa y que, de camino, le soltó todo un discurso, del que se deducía entre otras cosas que se llamaba Enrique y buscaba una historia para contar. Markus tomó buena nota de ello y esperó su momento.
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