martes, 17 de noviembre de 2009

Los motivos de Markus

En el tren me hablaba a mi mismo en voz alta, en susurros, me sentía tan viejo que dudaba si llegaría a final del trayecto, me daba lastima verme reflejado en la ventanilla y apartaba la mirada aterrado, como un niño que aún no se acostumbra a sus propios defectos, temblaba de miedo, sentí que el vagón se hundía bajo mis pies y se iba directo al infierno, no hace usted muy buena cara, me decían los hombres del bigote, olvídense de mí, por favor, les repetía una y otra vez, ¿puedo ayudarle en algo?, insistían, mis piernas se habían echado a andar por el anden, sin mí, hartas de soportar el peso de mi culpa, me habían abandonado, las veía alegres, liberadas, danzando con otras piernas más resueltas, menos serias, la derrota es una sorpresa cansada, algo que al principio resulta tan físico, que te impide caminar, es entonces cuando tu mundo empieza a tambalearse e inventas un motivo por el que luchar, mi motivo se llama Moshe Veit y soy yo mismo.

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