jueves, 12 de noviembre de 2009

Tres pasos por detrás de mi vida

Tomás no se subió a ese barco que lo llevaba a México, que lo alejaba del miedo y de la humillación, prefirió quedarse en el fango, en los días difíciles, en los cuartos húmedos, desechó la posibilidad de triunfar, de montar su propio negocio, de estudiar una carrera, eligió quedarse con Maria, embarazada de dos meses, enfrentándose a superiores analfabetos, al hambre insoportable de los vencidos, no se que equivocó como no lo han hecho nunca los que no temen, los que no dudan, los que aman sin condición, cómo iba a equivocarse si no, tan seguro de si mismo, tan tozudo, arrastró sus maletas por el puerto de Alicante sabiendo que una vida se alejaba, pero que la suya, a la que se había aferrado con todas sus fuerzas, le esperaba al otro lado de la calle, en un bar humilde donde escribiría la carta más importante de su vida, María, espérame, allí donde estés, no tengas miedo, todo saldrá bien, acuérdate de lo que hablamos un día en la balsa del Retiro, jugando con los patos, acuérdate de lo bien que lo pasamos, y piensa en mí con todas tus fuerzas, vamos a lograrlo, no hay fuerza en el mundo que pueda evitarlo, espérame.

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