martes, 27 de enero de 2009

Esteban y la promesa

A 28 de Noviembre de 2003

Esteban es valiente, mucho más que cualquiera de nosotros. Esteban se ha empeñado en convertir agujeros en puentes y colmillos en langostas. Esteban lleva su corazón encima como un viajante de comercio lleva sus maletas. Y es que Esteban tiene un corazón enorme, es tan grande, tanto, que si quisiera podría repartirlo entre todos los tipos sin corazón del mundo. Me refiero a ese tipo de tíos que van por ahí plantando banderas en las entrañas de la gente.
Cualquier día Esteban abre la puerta y una chica entra, los dos se miran un rato y acaban sonriendo, los dos llevan solos demasiado tiempo, así que se abrazan un poco a ver que pasa y resulta que están tan a gusto que deciden olvidarse de todo y comienzan a bailar. Son la pareja más feliz del mundo, no hay una sola canción que no sepan bailar. Por fin están protegidos, por fin el tiempo se ha olvidado de ellos.
No sabéis lo largas que son las noches para los chicos que están asustados todo el tiempo, no sabéis lo que es estar cayendo un día tras otro, sin poder quejarte, sin culpables, sin víctimas, sin nadie que te explique el porqué.
Escucha, Esteban, si todo va bien nos embarcaremos en el transbordador que nos lleve a ese lugar donde el sol te lame las mejillas. Ese lugar tan quieto y tan mudo, tan parecido a un pastel de manzana. Ese es nuestro sitio, no hay más que decir. Deberemos ir los cuatro, tu mujer y la mía, tu perro y mi gato, tus sueños y los míos, tu corazón y mi cabeza. Juntos. Una promesa y un destino: Finlandia.

No hay comentarios: