viernes, 30 de enero de 2009

La historia de M

Es reconfortante saber que bajo nuestros pies hay suelo firme. Saber incluso que si llegáramos a caer siempre encontraríamos alguna excusa para salir a la superficie, por curiosidad, nostalgia o simple aburrimiento. A veces no lo valoramos lo suficiente. Pensamos que podemos caminar tranquilamente por el mundo sin preocuparnos de cosas tales como que nuestros ojos no se escapen de sus órbitas o que nuestros dientes, de la noche a la mañana, decidan convertirse en estrellas. Y es que caminar es tan fácil como poner un pie delante de otro. A eso se le llama avanzar. No importa el grosor de tus piernas, el tamaño de tus pies, el puente de tus tobillos, no importa si te recortas las uñas o las dejas crecer, no importa, tan sólo se trata de avanzar y esperar que el suelo no esté recién lavado. M y yo hacemos eso, avanzar a pesar de las distancias, las barreras, los cambios horarios, los millones de peces y tortugas que tenemos de por medio, a pesar de los huracanes con nombre de actriz porno y a pesar de las divinas leyes de los pueblos. Los pueblos divinos de las leyes, las leyes de los divinos pueblos, no importa, el orden de los factores no altera el producto. Hay algo más absurdo que todo eso, hay algo más absurdo que la Historia y los historiadores, con sus trajes de lino y sus pajaritas de doble lazo. Hay algo más absurdo que el hecho de que un historiador crea firmemente que la Historia es absurda, impredecible y arrebatadora. Absurdo, qué palabra más bella, qué gusto al paladar cuando la pronuncias, ab-sur-do. Qué bonito es reírte del mundo cuando las palabras pierden su significado y se convierten en dioses. Qué podemos hacer, qué puedes hacer, qué debemos hacer, hacemos algo o esperamos que las cosas hagan algo por nosotros. Yo he decidido amar a M como decido no arrodillarme ante nadie. Es más que una convicción, más que una ley divina, más incluso que las palabras que salen de mi boca, es, simplemente es. He decidido hacerla reír, explicarle que los ángeles hacen bien su trabajo y que tal vez por eso tengamos nuestro nido de avestruces. Ignoro lo que M piensa de todo esto, no sé si leerá esto alguna vez. Lo único que sé es que sus padres le han dicho que me olvide, que me deje, que nunca podrá ser feliz a mi lado. No importa, sé que todo saldrá bien. No me preguntes por qué, lo sé, sin más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuántas historias de M habrá por ahí??tú la has resumido en una. Muy buen relato:)
y suerte con M. Deberías de mandarle el texto, así sabrías qué-opina-ella-de-todo-esto.

ciauuu