miércoles, 27 de enero de 2010
La chica de Washburn (II)
Marylin se quitó la ropa sin mediar palabra, se quedó desnuda, expuesta a mi curiosidad. Ante mi asedio se abrazó a si misma, arrepentida de su atrevimiento. Pese a su valentía, no pudo seguir mirándome a los ojos, su tórax subía y bajaba, el valle cóncavo de su estómago respiraba como el de un animal herido, contrayéndose sin descanso, presa del pánico, me gritó: ¡¿Vas a quedarte ahí?! Era hermosa, suave, su piel era tan blanca que dolía mirarla. No tenía más vello que una sombra rubia en la conjunción de sus piernas y eso me hizo pensar en la posibilidad de que me estuviera mintiendo, pero eso era imposible, Marylin era licenciada en Derecho, no podía tener menos de veinticinco años. La única bombilla del cuarto zumbaba brevemente, apagándose y encendiéndose indistintamente, por lo que la oscuridad no era plena. Marylin tuvo que ver como la penetraba, como se tensaban mis músculos mientras sacudía mi pelvis, tuvo que sentir mi aliento en su cuello, mis dedos hundidos en su boca, mi polla rebosando sus entrañas…
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1 comentario:
Simplemente bellos, el I y el II.
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