viernes, 23 de abril de 2010

Una ciudad hembra

La ciudad que observaba haciendo vaho en el cristal no era la que esperaba encontrar cada mañana cuando el sueño le sacudía de la cama. Era otra, la que angulosamente, se mostraba como recién barrida, lijando lo que en un primer momento parecía molesto y que luego acababa siendo indispensable. Necesitaba a Burdeos como Burdeos le necesitaba a él. Vivía en ella mientras fantaseaba con el contorno de otra, con el sabor salado de otra, más ardiente y virtuosa.

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