jueves, 19 de febrero de 2009

Qui erem, qui som?


"La escuela no debe desinteresarse de la formación moral y cívica de los niños y niñas,
pues esta formación no es sólo necesaria, sino imprescindible,
ya que sin ella no puede haber una formación
auténticamente humana”.
Célestin Freinet

Celestine Freinet (1896-1966) fue un maestro, pedagogo, militante sindical y político, que desarrolló, en una escuela de un pequeño pueblo del sur de Francia, una experiencia pedagógica excepcional que tendría repercusión no sólo en su país sino también en el mundo. Para Freinet, la educación debía ser una empresa colectiva y democrática que guiara a los estudiantes en la observación directa del mundo para comprenderlo y, sobre todo, para transformarlo. Una definición que podría formar parte de una bienintencionada declaración de principios de algún documento oficial, pero que en Freinet se tradujo en una experiencia concreta que desplegó a lo largo de su intervención pedagógica y política en el sistema educativo francés en la primera mitad del siglo XX. En Bar-sur Loup, organizó una cooperativa escolar, que poco después alcanzaría una dimensión nacional con la Cooperativa de Enseñanza Laica. Se trataba de un centro de discusión y producción teórica que funcionaría como contraposición a las instituciones educativas oficiales. Pero, además, la voluntad de democratizar la enseñanza tuvo su centro en el aula: el docente debía convertirse en un coordinador, un guía, un problematizador, que disparara el interés de sus alumnos por aprender. Allí mismo, en la década del veinte, terminó de sistematizar sus concepciones en torno a la didáctica de la lectura, el cáculo, las ciencias sociales y naturales. En todos los casos, el eje pasaba por articular el aprendizaje de sus alumnos con la experiencia y el contexto más inmediatos. Fue en Vence, a mediados del treinta, tras una experiencia frustrada en otra ciudad francesa cuyas autoridades no toleraron las críticas que podían leerse en los textos libres producidos por los alumnos, donde Freinet retomó su propuesta, participando incluso en la construcción del edificio escolar (donde acudían alumnos de los sectores populares, los hijos del plantel docente y algunos de familias acomodadas que confiaban en su proyecto). Si la primera guerra dejó al entonces reclutado Freinet con una dificultad respiratoria que sobrellevaría toda su vida, el inicio de la segunda, con la ocupación alemana, lo llevó directamente a la cárcel por su militancia sindical y de izquierda. Tras la liberación de París, retomaría su proyecto y fundaría el Instituto de la escuela moderna, uno de los centros más importantes de difusión de sus intereses pedagógicos.A su muerte, en Vence, su compañera Elise mantendría la memoria de su pensamiento radical y de su obra.
Una secuencia didáctica de Freinet comenzaría con una "clase-paseo", por ejemplo, que permitiría a los estudiantes recoger de manera directa impresiones sobre la naturaleza. De regreso al aula, éstos podrían escribir sin interferencia del maestro su experiencia en "textos libres", autocorregidos por los mismos productores. Tales relatos no morían en el espacio del aula. Podían ser enviados a otras escuelas, como "correspondencias interescolares", verdaderos intercambios comunicativos, o ser publicados por medio de la "imprenta escolar", que Freinet había introducido en las aulas no tanto para incorporar una novedad tecnológica en la institución escolar como para buscar que los alumnos se apropiaran de ella y convirtieran sus textos en "diarios escolares" que pudieran ser leídos y evaluados por la comunidad. En otras áreas -como el cálculo, las ciencias sociales y naturales-, la propuesta era similar. El punto de partida debía ser siempre la observación del entorno más inmediato y la reflexión sobre la experiencia más próxima a los estudiantes. Con todo, tales propuestas apuntaban no sólo a hacer vivo el aprendizaje y a democratizar la situación del aula sino también a modificar el sistema escolar francés en su conjunto. Los centros cooperativos de docentes y pedagogos, formados a iniciativa de Freinet, ponían en discusión las experiencias y preparaban materiales especiales para la formación de los alumnos y los profesores. La tarea excepcional de Freinet reconoce antecedentes muy lejanos en Juan Jacobo Rousseau y Juan Pestalozzi, y más próximos a su época como el belga Ovide Decroly. Asimismo prenuncia los debates contemporáneos. De hecho, en la obra, tan difundida en los noventa, de Josette Jolibert y el grupo francés Ecouen, resuenan los ecos de las ideas de Celestine Freinet, aunque sin recuperar su propósito radical de articular la ciencia pedagógica, la intervención política y su militancia sindical

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