lunes, 15 de marzo de 2010

Juan nunca Juanito

Juan Valdivia fue concebido en un lugar invisible del que sólo se habla en los márgenes de las grandes ciudades. Fue allí donde se cimentó su adhesión a lo irreal, donde construyó la paradoja más intrigante de su vida, cómo existir aún siendo intangible para el resto de la gente. Muy pronto aprendió que la existencia está ligada al mundo del otro, a sus ojos, a su tacto, a sus palabras, y que por mucho empeño que uno ponga si para los demás no eres nadie, desapareces, sin más, y en ese momento culminante, en el que se decide la razón de tu existencia, no eres sólo tú el que pierdes, también tus padres y tus abuelos, los cuales, como tú, fueron invisibles, y en ese bucle infame sus cuerpos se transforman en una espesa bruma por la que debes seguir caminando, quieras o no. La gente existe cuando está ligada a un nombre, pero sobretodo, cuando ese nombre es pronunciado. Por eso Juan se aferraba al suyo como el último de los hombres, temeroso de que la marea se lo tragara, por eso quizás, nunca permitió que le llamaran Juanito, aunque su tamaño se prestara a ello.

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