lunes, 22 de marzo de 2010

Intrusos

Eran tres y creían en todo menos en Dios. Se veían a sí mismos como intrusos de un sueño en el que siempre acababan pidiendo perdón. Hicieran o no los deberes todas las tardes terminaban echados en la playa imaginando un cielo que sólo fuera cielo, sin nubes ni pájaros erráticos, moteado tan sólo por las colas blancas de los aviones que parecían anunciar un mundo mejor.

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