viernes, 4 de junio de 2010

Una piel salvaje

Procuraba no pensar en el futuro o en el pasado y se imaginó aferrado a aquel momento, el precioso presente, como un escalador sin cuerda en un acantilado, apretando fuerte la cara contra la roca y sin osar moverse. Un agradable aire frío acariciaba su torso desnudo. Escuchaba el percutir de las olas lejanas, los graznidos de las gaviotas y el sonido aún latente de sus sueños rotos.

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